La liposuccion es quizá una de las operaciones estéticas más antiguas, desde entonces hasta hoy es mucho lo que ha evolucionado, pues la medicina en todas sus vertientes siempre busca el perfeccionamiento en los procedimientos que conlleven a mejores resultados con menores consecuencias en la recuperación.
Son muchos los avances que se han desde lo que se puede considerar las primeras intervenciones de liposuccion, intentando extraer células grasas. Desde la década de los 70 con el ginecólogo italiano Giorgio Fisher, pasando después al cirujano Gerard Yves Illouz, quien es el primero en usarla con fines estéticos. De ahí en adelante los avances han sido grandes e importantes, pues se empieza a disminuir el riesgo del paciente. En un principio en la liposuccion se usaba obligatoriamente anestesia general y las cánulas eran de gran diámetro aumentando el riesgo de imperfecciones y daños si había alguna proximidad con la piel. Las mujeres además tenían que quedarse internadas en la clínica y era común el uso de transfusiones de sangre.
Actualmente una liposuccion se puede hacer con anestesia localizada y las cánulas tienen un diámetro muy pequeño, evitando complicaciones y cicatrices mayores. La operación es prácticamente ambulatoria y hay muy poca pérdida de sangre. Desde que la liposuccion se institucionalizo son muchas las derivaciones y nuevos procedimientos que parten de estas bases, algunas intervenciones complementan la liposuccion y hacen que los resultados sean más efectivos. Por ejemplo tenemos el lipo láser, donde se convierten las reservas lipídicas en ácidos grasos, facilitando la extracción de estos depósitos en la liposuccion.
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